Desde hace 16 años, la resignificación de la Alasita por medio de la Ekeka es parte de la propuesta artística y política de Mujeres Creando. Este 2025, la Ekeka (del agua, los bosques y los animales) lleva en su vestimenta y en su qepi a la flora y fauna devastada por los incendios el año pasado. Esta versión de la Ekeka busca cuestionarnos y recordarnos cuál es la verdadera riqueza.
La propuesta de la Ekeka surgió para cuestionar la designación en masculino de la figura de la Illa. Como plantea la artista Danitza Luna, no se trata de representar a una compañera o a una versión femenina del Ekeko. La Ekeka es una reflexión, una representación y una recuperación del rol que hemos hecho, históricamente, las mujeres.
A diferencia del Ekeko que carga objetos desordenadamente, la Ekeka tiene en su espalda un qepi. Allí lleva sus sueños y esperanzas o, a veces, recoge en él las cargas sociales, familiares y de roles que tradicionalmente le han impuesto.
La conversación con Danitza descubre los simbolismos y reivindicaciones de esta figura que cuestiona una de las festividades más tradicionales en el mundo andino.
¿Qué significa la abundancia para la Ekeka?
Para esta, especialmente, hemos repensado mucho la cuestión de la abundancia y de la riqueza real. Con los incendios del año pasado y las millones de hectáreas que se perdieron, entre María y yo pensamos mucho en qué es la riqueza. Es pues la naturaleza, es la riqueza natural, son los animales endémicos propios de aquí, que no hay en ningún otro lado. Riqueza es el agua, riqueza es tener masas de aguas dulces bien cuidadas, donde hayan animales, flora, fauna variada, que no estemos entregando ni malbaratando al agronegocio ni a la minería. Eso es riqueza.
La Alasita es una fiesta en la que se piensa mucho en los bienes materiales. Vas a querer conseguir tu casita y también tus sueños a futuro. Tu título universitario, tu título de propiedad, pero la alasita también es la riqueza y los sueños a futuro.
Para nosotras, también significa riqueza en los bosques, riqueza natural y, en esta sociedad, también es tener una riqueza de vida. Estamos en plena crisis. Aunque todos los medios nos lo dicen, la gente sigue saliendo a trabajar, lo que más quiere es trabajar. Eso es riqueza: seguir queriendo sostener la vida, y eso las mujeres lo saben hacer muy bien.
En la Alasita acostumbramos a pedir y en esta época el foco está en los bienes materiales. ¿Qué se le puede pedir a esta Ekeka?
A esta Ekeka del agua, los bosques y los animales le podemos pedir las ganas de exigir el cuidado de la naturaleza. ¿Sabes por qué? Porque este año nos van a prometer muchas cosas, es un año electoral, nos van a prometer el cielo y la tierra. En realidad, no vamos a pedir: vamos a exigir. Esta Ekeka te invita a organizarte y a exigir el cuidado de la naturaleza, porque te recuerda que la verdadera riqueza está en ese bien natural que tenemos.
La Ekeka tiene la función de recordarnos qué es lo realmente valioso como sociedad, como país, como gente de a pie. También es para que la gente no pierda las esperanzas.
Hay mucha gente que quiere luchar. A veces parece que están locos, queriendo luchar por lo imposible. Especialmente cuando el gobierno solo quiere traer más empresas, explotar más los recursos naturales. No entiende otra forma de crecer económicamente, no entiende otra forma de generar bienestar.
Da mucha rabia que las autoridades no tengan conciencia de que generar bienestar no es hacer extractivismo. Somos un país reducido a ser fuente de materias primas para el primer mundo, esto algún día se va a acabar. La Ekeka es para darle esperanza a las personas que están conscientes de eso.
En las ciudades creemos que usando cosas no desechables, no usando bombillas, ya hacemos algo. Está bien, pero la lucha ambientalista tiene que traspasar incluso los activismos específicos, debe entrelazar las luchas. Esta Ekeka dice: «no perderemos la esperanza, tenemos todo esto».
El carácter de la Ekeka
Esta pieza me ha hecho humear. He pensado mucho en cómo sintetizar con pocos elementos esto que quiero decir. La Ekeka, tradicionalmente, es una mujer que carga un qepi gigante, donde lleva todo. Lleva su vida, a veces a su familia, incluso puede llevar unas cargas y estar soportando, pero también significa una mujer que rehace su vida.
La Ekeka del agua también carga un qepi, pero lleva en él la riqueza real, la riqueza natural, la abundancia genuina que tenemos. Ese es su carácter.
El árbol que es lo que sostiene esta composición. Tiene un gesto de esperanza, porque es esa idea de hacer una figura que te dé esperanza, alegría y ganas de decir: “seguiremos en esto, no nos dejaremos”.

Posesionan Trump y lo primero que hace es botar a los migrantes, atentar contra las diversidades sexuales. Decimos: ¡entonces se fue todo a la mierda, todas las luchas que tantos años han costado! Elon Musk hace un gesto fascista. Él, que ha dicho públicamente que quiere saquear Bolivia por el litio. Nosotras creemos que no tenemos porqué someternos a esa corriente, que aparentemente viene tan fuerte. Hay que redoblar la esperanza, hay que redoblar el saber qué queremos ser como sociedad.
Todos estos animales que tiene la Ekeka —tucán, perezoso, quirquincho, jaguar, delfín rosado, ranita chiquitana— son especies que solo existen en Bolivia y que han sido afectadas por los incendios. Pierden sus casas, sus territorios, no pueden desplazarse y mueren en las llamas.
Está vestida de agua, retomando el mandil de casera que tenía y que se ha convertido en un río de agua dulce. Por eso está el bufeo un símbolo de la ecología en Bolivia. Estos animales son hermosos y hay que cuidarlos. No vale la pena, por un poco más de dinero, mandar todo a la mierda. Mucha gente ha sufrido viendo a estos animales morir o intentando salvarlos.
El año pasado, en Santa Cruz, hicimos un encuentro donde vinieron compañeras bomberas mujeres que quisieron apagar los incendios. Daban unos testimonios muy dolorosos: “Sentíamos que estábamos luchando contra todo, hacíamos todo lo que podíamos y no se podía hacer más”. Por mucha voluntad que tengan, ellas solas no pueden. Aquí en la ciudad muchas compañeras querían brindarse de bomberas voluntarias, pero a veces la vida no te da porque tienes que cuidar una wawa, una familia, unos estudios, tu trabajo. Por eso es necesario que toda la sociedad sea parte de esta lucha.
¿Tiene relación con la carga de cuidados que hacen las mujeres en los territorios?
La cuestión de los cuidados es impuesta, no es una función natural de nosotras. El sistema patriarcal quisiera que nosotras dediquemos cuerpo y alma a cuidar la vida.
La Ekeka puede decir que se está repitiendo ese patrón, pero cuando las mujeres cuestionamos el sistema, no solo es hacia la cuestión sexual. El cuestionamiento feminista es transversal a la economía, a la filosofía, a la historia, a las artes, a las ciencias. Desde la iniciativa feminista, el cuestionar un sistema económico extractivista, ecocida, viene de esa lucha. Las mujeres hemos sido capaces de cuestionar transversalmente este sistema y también a la lucha ecológica.
Queremos transformar la sociedad en general, no es solo una agenda para las mujeres. A veces pasa con la tecnocracia de género (como le decimos) con ONGs que se encuadran en una agenda de ciertos derechos para las mujeres y no salen de ahí. Nosotras existimos hace más de 30 años, desde 1992, y no solo por derechos de las mujeres.
Si una mujer viene y dice: “me están haciendo esto, quiero que me ayuden, yo también quiero luchar”, estamos para ti. Si viene otro compañero o compañera de un pueblo indígena y dice: “están contaminando mis tierras, estamos organizados y queremos que nos apoyen”, también vamos a decir que sí. Es un cuestionamiento sistémico.
No es que las mujeres queramos ser dueñas del cuidado, de la vida o creemos que, natural o místicamente, tenemos que cuidar la naturaleza. No creemos ser la encarnación de la Pachamama. Hacemos un cuestionamiento del sistema económico, del cuidado, de los recursos.
Tiene que ver con el capitalismo y el patriarcado que vienen de la mano, no son cosas separadas que hay que combatir por separado. Están unidas también al colonialismo.
La pregunta tiene relación a que la devastación de los territorios afecta más a las mujeres y, entonces, sobre ellas está la carga de cuidar.
En los pueblos todavía se impone el papel de cuidar de los niños, de los animales. Es parte de una sumisión, de un sistema patriarcal (que también existe en pueblos indígenas). También genera cierta conciencia y por eso muchas mujeres se van de bomberas voluntarias: sienten una conexión y una sensibilidad especial.
No digo que sea una cosa natural y que solo las mujeres la tengamos. Todo el mundo puede sensibilizarse con un árbol que se está quemando y unos animales que están siendo desplazados.
Esta situación de habernos impuesto el cuidado de la vida nos ha hecho más conscientes de lo que tarda en crecer una planta o un árbol, cuánto tarda en dar frutos o qué espacio necesita un animal.
Forzosamente hemos estado conectadas a eso y, por ende, lo queremos cuidar. No creo que solo las mujeres tengamos esa sensibilidad, la tiene cualquier persona que se haya sacado estas jerarquías de que el hombre provee y que la mujer solo cuida a las wawas y a la vida.
Eso es parte del Ekeko, la encarnación masculina de la Illa, que supuestamente, se ha convertido en un hombre proveedor. Para conseguir cosas tienes que hacerle fumar, darle alcohol, lo tienes que cuidar.
Históricamente, ¿por qué la Illa, figura precolonial, se ha convertido en un Ekeko masculino? ¿Por qué culturalmente le han dado ese sexo, ese género?
De ahí nace la Ekeka. No es la versión femenina del Ekeko. No es su compañera y juntitos van a generar la Alasita. Tampoco es Mama Ocllo y Manco Capac.
Es la recuperación del papel que hemos tenido las mujeres, que puede ser injusto, pero es el que ya hemos hecho. Esta Ekeka rompe con esa idea masculina de la providencia de las cosas.
Hasta ahora muchos hombres viven esa crisis. Piensan que tienen que ser proveedores y, si no, se sienten inútiles. Sienten que no pueden quedarse en casa y atender a las wawas, que eso es denigrante.
No es denigrante. El cuidado de la vida es muy importante y, para el capitalismo, genera valor, genera capital. Eso no se reconoce porque a las mujeres, según el capitalismo, nos encanta cuidar wawas y tener familia. También dice que, naturalmente, los hombres tienen que proveer. Eso no es así.
La Ekeka tiene el papel de cuestionar el sistema económico, la asignación de roles de género y, también, el qué desear para la sociedad. Es una Ekeka que te invita a tener esperanza.
Creo que tener esperanza es algo bien futurista, en estos tiempos. Estamos en un año fregado: bicentenario y elecciones. Tendremos una sobresaturación de mensajes y proyectos políticos. Es importante que como sociedad nos repensemos y digamos qué queremos.
La creación, el arte y el feminismo
Es una obra de arte también, porque aunque los museos no estén de acuerdo o a cierto sistema cultural elitista no le guste, la Alasita no solo es arte o cultura popular, es un reflejo social y son obras de arte al alcance de las personas. La gente en la Alasita busca objetos que reflejen sus deseos y la gente genera objetos bellos.
Nosotras, conociendo ese fenómeno, producimos también. Podemos decir que somos artesanas, sí, también somos artistas. ¿Por qué tengo esa preocupación? Porque salí de una carrera de artes en la que se me enseñó a hacer esa diferencia. Decían: «es que el artista tiene su genio y su particularidad. Hace una obra exquisita, única y universal y los artesanos hacen cositas así, en masa, muy ingenuas, muy bonitas». No es verdad, por eso tenemos ese graffiti aquí en la academia que dice: “Arte y artesanía son lo mismo”, para romper esas jerarquías dentro de las artes y dentro del mundo de la creación.
La Ekeka también es parte de ese discurso. Puede entrar a un museo si el museo es capaz de reconocer su genealogía y su discurso. Hay museos conscientes que pueden decir “queremos una Ekeka” y hay museos que tal vez no reconozcan la genealogía y piensen que es una moda o una feminización del Ekeko. Estoy cuidando que se reconozca el sentido que tiene la Ekeka, la genealogía de la Ekeka en Mujeres Creando, porque es lo que me corresponde a mí.
Aquí hay mujeres muy valiosas que son psicólogas, son abogadas y son muy buenas en sus especialidades. Yo he hecho una carrera de artes y, pensé: “¿para qué me sirve lo que he estudiado?¿qué puedo hacer por las mujeres?” Sí puedo hacer algo, puedo aportar con esto.
La creación, especialmente en el feminismo, es parte de una lucha porque estamos todo el tiempo frente a lenguajes, a sistemas gráficos e imaginarios que nos suprimen y nos asignan un rol.
Si al ekeko se le hace fumar y se le da cosas: ¿qué le podemos dar a esta Ekeka?
Al Ekeko le pides. La relación es: “te doy cigarro, coca, alcohol y, por favor, tú dame”. A esta Ekeka lo que le puedes ofrecer son tus ganas de no perder la esperanza y tus ganas de luchar.
La primera, por ejemplo, tiene una maletita que dice: esperanza, rebeldía, alegría, sueños. Es lo que se llevaba con ella.
La acción de soñar, de tener esperanza, ahora, es bien difícil. Todo tiende a decir: “todo es un desastre, no hagas nada, no cambies nada, todo ya está hecho». Básicamente, tienes que someterte a las cosas como están aguantar.
Tener esperanza es una necesidad y una facultad que deberíamos tener más. El sistema político obviamente no da mucha esperanza, pero no quiere decir que todo esté perdido. Si existe esta fiesta tan histórica, tan tradicional, es porque ancestralmente tenemos esa necesidad de desear y de soñar. Me gusta de esta sociedad que, a pesar de que estamos en crisis, seguimos saliendo, se sigue moviendo la calle, hay vida en la calle.
La imposición de sistemas occidentales
He estado en otros países y realmente en Bolivia hay una sociedad muy especial en ese sentido. Arias (alcalde de La Paz) querrá ordenar la ciudad como le dé la gana, pero no va a poder.
¿Qué ha pasado ahora en la plaza Murillo? Han cerrado la plaza, porque al alcalde se le ha ocurrido que es turística, histórica y no se puede tocar. Y han sacado a las mujeres de ahí. ¿Qué han hecho las mujeres? Se han organizado con todos los vendedores y han dicho: “Abran la plaza, queremos trabajar» Y lo han conseguido ¿Por qué?
Porque no puedes imponer un sistema occidental blanco en una ciudad, en una sociedad, que viene de una ruptura y un choque colonial.
Tienes que adaptar o reconocer las lógicas de tu sociedad ancestral, precolonial. Tenemos esas raíces y la solución no meter a las compañeras que venden en las calles a un mercado ófrico, como el Lanza.
Más bien es generar espacios donde haya vida, haya contacto social. No puedes cercar la plaza San Francisco donde la gente se organizaba, había incluso mítines políticos. Todavía va la gente, pero han hecho un intento de seccionar la plaza, como si fuera un gallinero. No puedes. Es un esfuerzo inútil, porque quieres imponer un orden totalmente diferente a una sociedad que viene de un origen diferente.
La Alasita es un reflejo de eso. Si el alcalde pudiera, seguramente, la llevaría a un campo ferial, todo ordenado, con stands cuadrados y limpios. No se puede. Ese caos lo puede meter a un campo ferial, pero la gente siempre va a salir a vender, a ocupar la calle.
La calle como territorio de lucha
Como feministas cuidamos la calle no solo como bien público, sino como territorio de lucha.
¿Por qué vamos e intervenimos, por ejemplo, la Plaza Isabel la Católica? A lo que les pese, a lo que les arda, así pongan otra reja más de la que ya han puesto. ¿Por qué intervenimos esa plaza? Porque es un territorio que no podemos perder y porque está ahí una reina española. ¿Por qué no tenemos derecho a cuestionar su presencia y su significado? Sale Arias y dice: ¡ah, estas orkochis!
¡Que vivan las orkochis! Son las que no se han querido someter al trabajo doméstico, esas son las orkochis. Por eso hacemos cosas como estas. Nos llamamos Mujeres Creando, no solo Mujeres Jodiendo, porque estamos creando, queremos crear otra sociedad, otra transformación social. Tampoco seguimos a otros patrones o a la idea de las izquierdas tan malgastadas. No creo que exista una izquierda real, aplican puro capitalismo.
En esa lucha simbólica están estos objetos. Yo puedo discursar y puedo contarte todas estas cosas, mis palabras las puedo escribir y publicarla, y se va a perder ahí. Ese lenguaje llega a cierto nivel. Estos objetos tienen la cualidad de transmitirte otras cosas. Es parte del fenómeno de crear y de esa lucha en el terreno de lo creativo, que es lo que me toca a mí.