En una dolorosa jugarreta del destino, una semana después del Día del Periodistx Bolivianx despedimos al colega y amigo Boris Miranda. En su memoria, hablamos sobre su legado y compartimos cuatro fragmentos de su libro La última tarde del adiós.
“Por la memoria de todos.
Por la memoria de los que no están
y por la memoria de los que seguimos.
Salud.”
Dedicatoria en La última tarde del adiós
En una entrevista de 2012, Boris reivindicaba la necesidad de hacer y ejercer un periodismo digital con lo que se tenga a la mano. “Una grabadora de casette y con una conexión a internet en un cibercafé”, decía que eran herramientas suficientes.
Lo que esté a la mano, junto a la rigurosidad del “viejo” periodismo. Una fórmula ideal para un periodismo popular, independiente e incómodo para el poder.
Con esas ideas en mente fue construyendo una carrera que lo acomodó en las principales redacciones del país y entremedio de proyectos periodísticos menos convencionales, comprometidos con el legado de las luchas sociales populares y la reivindicación apasionada de «un oficio bien jodido».
En ese camino también fue sumando premios, reconocimientos y becas, nacionales e internacionales.
Boris tenía una carrera como politógolo que le permitió enriquecer una mirada de por sí aguda sobre capítulos complejos y fundacionales en la Bolivia del siglo XXI
Ese cruce entre la política y el periodismo, muchas veces visto con recelo, le permitió dejarnos dos títulos importantes para comprender los últimos 20 años de nuestra historia: La mañana después de la guerra y La última tarde del adiós.
En el último tiempo, Boris se había convertido en un referente indiscutible del periodismo boliviano en la región. Trabajaba como corresponsal de la BBC desde el 2015 —solo siete años después de haber comenzado su carrera— donde escribió decenas de reportajes desde y sobre Estados Unidos, Venezuela, Colombia y, claro, Bolivia.
«Ya tenía una mochila de experiencia y un libro publicado y, sin embargo, no tenía ínfulas de grandeza. Ninguna. Con su perfil bajo, dispuesto a darlo todo y a aprender, Boris se fue haciendo su lugar en la redacción y luego como corresponsal en Colombia», dice sobre él la directora de la BBC Mundo, Carolina Robino, recordando el día en el que lo entrevistó para un puesto en Miami.
Esa misma generosidad y humildad es la que recordamos desde la redacción de Muy Waso. Su entusiasmo cuando nuestro proyecto daba sus primeros pasos, sus constantes mensajes de apoyo y su inclaudicable solidaridad nos ayudaban a continuar en jornadas difíciles.
Pero su legado e influencia sobre nosotres tiene que ver más con su manera de hacer y entender el periodismo, en un país como Bolivia, en una región como América Latina.
Boris estuvo siempre comprometido con ideales antes que con partidos y líderes.
Estuvo siempre comprometido con la profesión antes que con el negocio de las noticias y la información.
Estuvo siempre comprometido con la historia antes que con los intereses de quienes la protagonizaban desde el poder.
Sin las trampas del partidismo ni la militancia obcecada, Boris puso un periodismo honesto, riguroso y comprometido, al servicio de las reivindicaciones populares y de nosotres, sus afortunadxs lectorxs.
Puso su esfuerzo y sudor al servicio de una revolución que se construye día con día, sin pretensiones, con esfuerzo, desde las calles, desde las palabras.
Así lo recordaremos, con la esperanza de que algún día tendremos un país más justo para todxs. Con una convicción renovada en un oficio hecho para celebrar a los héroes anónimos, para interpelar a los poderosos y no darles “ni cinco centavos de crédito a los impostores”.
Gracias, Boris. Hasta pronto.
“Ha llegado el tiempo de reconocer a los héroes anónimos, de saludarlos y abrazarlos. Gracias a ellos tenemos país y eso merece todas nuestras celebraciones. Que esta conmemoración después de una década tan intensa y jodida sea para ellos. Los que están en el poder no lo necesitan. Ellos se homenajean todos los días.”
“Escuchar a tantos falsos luchadores que ahora disfrutan de situaciones de privilegio y que hace 10 años estaban tranquilos en sus casas también es un insulto. Creánme que esta obra no les otorgará ni cinco centavos de crédito a los impostores.”
“La última tarde del adiós se apagaba con el ruido de los dinamitazos finales y la música de los universitarios. Había terminado la masacre. En todo el país flameaban banderas con crespones negros. Las horas más tristes concluían con la celebración inmensa de la valentía popular. En el camino quedaron 67 vidas. Nadie lo olvidará. Nadie los olvidará.”
“La esperanza de que algún día tendremos un país para todos latió más fuerte que nunca gracias a todos los que esa noche no llegaron a ver al maldito helicóptero Lama llevárselos para siempre. Era su legado. Ahí es donde viven nuestros muertos.”
Fragmentos del libro La última tarde del adiós (2013)
A la memoria de Boris, quien fue parte de nuestra querida comunidad wasa y que nos brindó su apoyo con una invaluable generosidad.
Con gratitud y afecto, el equipe Muy Waso.
Salud.