Virginia Ayllón es una de las voces contemporáneas más importantes de la literatura, la academia y el feminismo bolivianos. Te presentamos cinco fragmentos literarios para que puedas conocer parte de su obra, como aperitivo a nuestro próximo capítulo de «La Bolivia, una historia en femenino».
Selección de María Gabriela Flores
Ciudad de viernes por la noche*
Después del licor y la charla,
después del tabaco y el silpancho,
de la cara que se agranda
del escote que baja y la falda que sube,
después del llanto y del baile,
después, oh! amanecida Ciudad
te llenas de insinuaciones y declaraciones
El amor sale de bares y cantinas,
se escabulle por puertas y portezuelas,
se desparrama por tus calles y avenidas,
tus plazas se inundan de voces y quejidos amorosos
*Búsquedas: cuatro relatos y algunos versos (1996)
El silencio no es ausencia de palabra**
El silencio no es ausencia de palabra, es
palabra concentrada. Mas, no todo silencio
concentra palabra. Cabe recalcar la
diferencia entre el silencio del Altiplano,
cargado de palabra y el silencio de ese día
en que me quedé sin nada que decir y desde
entonces busco, muda y ciega, el sendero
de la palabra.
**Búsquedas: Las Discapacidades (2004)
Amo el candor de las muchachas***
Amo el candor de las muchachas
su arrogancia de vestido al aire
su soberbia de arrasar con todo
(Desvergonzadas
atacan también la palabra)
Amo el ocaso
de las mujeres
porque calladas
celebran el venerado silencio.
***Búsquedas: Las Discapacidades (2004)
A veces las palabras nacían****
A veces las palabras nacían como endebles
cachorros de gato; horribles y diminutos
seres cuya única belleza estaba en su
posible futuro. Dependientes y parásitos
habrían de seguir ciegos su primer paso por
la vida. Luego, abrirían los ojos y se
hincharían y brillarían y descubrirían y
nombrarían y pedirían y a veces también
darían: las palabras.
****Búsquedas: Las Discapacidades (2004)
Fragmentos*****
A Humberto Quino
La lectura no puede ser sino fragmentaría. Se lee desde la fracción que se es ese momento – a veces segmento, a veces a penas un residuo – y se recuerda lo leído desde otro fragmento. Quizá ahí esté el gusto de la relectura, en el recuerdo de lo no leído, en la intuición de una partícula textual, en las ansias de la completud. La relectura marca nuestra errancia por el mundo del texto, nuestra obsesiva búsqueda de sentido.
*****Liberalia: Diez fragmentos sobre la lectura (2006)