“Señor quirquincho, ¿es difícil ser charango?”
Esa pregunta quedó rondando en la cabeza de la escritora e ilustradora Alejandra Collao, autora de Charán Charán, un libro ilustrado que presentará en colaboración con nuestro sello editorial en la Feria Internacional del Libro (FIL) de La Paz 2024.
Alejandra escuchó la pregunta en la radio, en un homenaje al maestro charanguista Ernesto Cavour. En la última sección de aquel programa, sonó el cuento “Los cuatro amigos” y la pregunta que detonó el origen de Charán Charán: «Señor quirquincho, ¿es difícil ser charango?»
La musicalización de ese cuento había sido hecha por el mismo Cavour, conocido por su habilidad y gusto para inventar y contar historias.
Por la tarde, la frase se convirtió en el boceto de un quirquincho abrazando a un charango.
El dibujo quedó guardado por varios meses.
«Ese mismo día hago mi boceto, pero no tengo un cuento. Mientras tanto, hago otros proyectos. Después de unos dos o tres meses, veo mi boceto y digo: algo tengo que hacer con esto, hay un cuento interesante aquí»
Ese fue el germen de Charán Charán, el libro ilustrado con el que Muy Waso inaugura oficialmente su sello editorial.
“Después de la experiencia del reto Graficalaca y de la publicación de dos colecciones de mitos y leyendas de Bolivia, hemos visto muchísimo talento. Así salió la posibilidad de hacer una colaboración con Alejandra Collao. Estamos muy felices de poder inaugurar con ella esta suerte de proyecto editorial, más allá de los seis libros que tenemos publicados”, explica Michelle Nogales, nuestra directora.
El libro Charán Charán estará disponible en el stand de la Asociación Boliviana de Creadores de Historieta (ABCH) en la FIL de La Paz 2024.
Antes te dedicabas a la arquitectura. Luego comenzaste a hacer ilustración y aún después comenzaste a escribir libros. ¿Cómo y por qué se dieron esas transiciones?
Esta transición de arquitectura a ilustración se da por dos razones: una es la pandemia, que cambió el mundo y la otra es porque antes del cierre de fronteras me mudé a Países Bajos. Pese a tener residencia, fue muy difícil encontrar un trabajo en arquitectura. Tuve que empezar a buscar otras opciones.
Tomé varios cursos, de serigrafía, de bordado y, al final, encontré el curso online “Cómo impartir historias” de la Escuela Carne de Uruguay.
Este curso me hizo retomar el gusto por el dibujo. Viajé en el tiempo a cuando era niña. Eso me movió hacia la ilustración, porque se me daba más fácil que la arquitectura, la disfruto más.
Retorné a La Paz el 2021. En una visita al Valle de las Ánimas comenzamos a inventar historias con mi pareja. Allí salió la idea para el primer cuento ilustrado, sobre una vizcacha en el valle de las ánimas. La idea empieza a fluir y esto me llevó a probar cómo esta nueva carrera podía funcionar y llegar a los demás.
¿Qué te lleva a dedicar tu obra tanto de ilustración como de escritura a las infancias?
Yo no he sido buena lectora. Nunca me ha gustado leer, tal vez por los métodos en el colegio o en casa para motivar a las wawas a la lectura que no eran muy prácticos. Al menos para mí no funcionaban y por eso no me gustaba leer. Cuando comienzo a hacer esto pienso, más que nada, en mí misma. Entonces, digo: “esto es como lo que yo hubiera querido tener cuando era wawa, lo que hubiese querido leer”.
He empezado a escribir y a ilustrar para mi niña interna, que todavía está ahí y estaba buscando tener ganas de leer.
Otra de las motivaciones es que me encontré con Hilo Colectivo.
Somos un grupo de Latinoamérica dedicados a crear literatura infantil y juvenil para un público en Estados Unidos. Jóvenes e infancias que quieren aprender español, que tienen raíces latinoamericanas. La idea es que se identifiquen con las historias o conozcan las culturas de donde vienen.
Cuando me contactaron entendí que había un espacio para poder contar historias con identidad boliviana. Este tipo de libros hace falta en nuestro país. Quisiera que lleguen momentos en los que las wawas puedan decir: “ay, yo conozco este lugar” o “yo conozco a este animalito” o “yo conozco este mito».
¿Cuál es la motivación para la escritura e ilustración de Charán Charán?
El proceso de creación (de Charán Charán) tarda un poco.
Primero, escuché el homenaje a Ernesto Cavour. Ese mismo día hice el boceto inicial, pero no tenía un cuento. Me dediqué a otros proyectos, después de unos dos o tres meses, vi mi boceto y dije: “algo tengo que hacer con esto, hay un cuento interesante aquí”.
Más que una representación de Cavour, es en honor a él, porque me inspiré gracias a ese cuento.
Creé un primer storyboard. Como estoy trabajando con Hilo Colectivo, les mostré el cuento, les encantó y me dijeron que querían ver más. Para desarrollarlo, investigué qué cuentos hay sobre quirquinchos y sobre charangos.
Óscar Alfaro, por ejemplo, tiene un relato que se llama “El quirquincho músico”. Trata de un quirquincho que quería cantar. Así, se encuentra con Sebastián Mamani, un brujo, y le pide que lo convierta en cantor. El brujo le dice algo así como: “bueno, te vuelvo cantor, pero tendrás que pagar con tu vida”.
Está esa ironía de que el quirquincho, en realidad, es el charango. No quería que Charán Charán fuese así, por el tema de que es un animal en peligro de extinción.
El quirquincho es el único armadillo que habita zonas andinas. Forma parte de las punas de Argentina, Chile y Bolivia. En Bolivia, la mayor amenaza es «la caza intensiva con fines tradicionales (construcciones de matracas, charangos, amuletos, recuerdos) que se incrementa en los meses de octubre y febrero», según Conservación Internacional.
No quería repetir que el quirquincho se transforme en charango. En este caso, quería reflejar que el quirquincho aprende a tocar el charango y encuentra emociones en él, para crear cuentos y canciones, melodías. Al final, consigue tener paz.
Me gusta el resultado de este libro álbum, tanto en la parte escrita como en la de ilustración. Espero que llegue a las wawas, que no solo crean que es un cuento bonito y ya. Hay cosas que analizar, como la pregunta sobre qué hacemos con el quirquincho como un animal en peligro de extinción y qué hacemos con otras especies en nuestro país que son víctimas de caza ilegal.
En nuestros cuentos también tiene que existir esa parte de sensibilizar y visibilizar estas problemáticas.
Además de crear este cuento porque hay un personaje muy bonito, un quirquincho que no es tan común, también existe esa búsqueda sobre la biodiversidad: tengo otros cuentos con animales que involucran un tema parecido. Como el jucumari, que está llegando al límite de estar en extinción.
Ese es otro de mis objetivos: tomar algunos animales que no son tan visibles, pero están muy presentes y son importantes para nuestro medioambiente.
¿Qué esperas que genere Charán Charán en sus lectores tanto infantiles como adultos?
Motivar a la lectura es lo más importante.
Luego, creo que es el tratar de buscar una identidad. Es muy difícil decir soy boliviano o boliviana, porque tenemos 36 culturas diferentes alrededor, pero eso mismo hace que haya mucha riqueza y mucha inspiración.
Quisiera que otros autores y autoras se inspiren en nuestras leyendas, nuestros mitos y nuestra naturaleza.
¿Será difícil ser charango?
Alejandra prefiere cambiar la consigna usual de las historias protagonizadas por quirquinchos que terminan convertidos en el instrumento.
La historia que presenta Charán Charán retoma el espíritu del primer boceto que la artista dibujó el mismo día que escuchó el homenaje que la inspiró: un quirquincho abrazando a un charango.
Una reconciliación cultural con una especie en peligro de extinción.