La quinta temporada de BoJack Horseman llega orientada por completo al público adulto y sin miedo a abordar temas especialmente dolorosos.
Mikel Zorrilla
Netflix lleva apenas unos años haciendo series de televisión, pero en ese tiempo ya ha sacado adelante obras tan alabadas como ‘House of Cards’, ‘Orange is the New Black’, ‘Daredevil’ o ‘Mindhunter’. Es cierto que no todas sus series merecen la pena, pero sí que ha conseguido una imagen que hace que la gente se interese más por ellas que por sus películas, donde esperemos que pronto se note una mayor apuesta por la calidad y no solamente por la cantidad.
Como es natural, cada uno tiene su serie favorita de Netflix, ya que una de las cosas que ha hecho muy bien la plataforma es sacar adelante propuestas para todos los gustos. Por mi parte, cada vez estoy más convencido de que ‘BoJackHorseman’ es lo mejor que ha salido de Netflix y en su quinta temporada lo ha confirmado. Y una orientada por completo al público adulto que no tiene miedo a abordar temas especialmente dolorosos.
Combinando la risa y la depresión con maestría
La inesperada genialidad para combinar drama y comedia ha sido siempre una de las señas de identidad de ‘BoJack Horseman’, jugando de forma constante con la idea de que su protagonista está dando un paso hacia la redención para luego hundirse cada vez más. Es un elemento que podía haberse vuelto repetitivo con facilidad pero a la hora de la verdad se ha convertido en un excelente hilo conductor para desarrollar tanto a BoJack como al resto de personajes habituales.
De hecho, esta quinta temporada ha dedicado capítulos a la práctica totalidad del resto de personajes principales -la asexualidad de Todd, cómo llego la Princesa Carolyn a ser lo que es desde sus humildes orígenes y su intento por adoptar un bebé o Diane sobrellevando su divorcio encontrado su lugar en el mundo a partir de sus raíces culturales.
Sin embargo, BoJack sigue siendo el gran protagonista de la función, utilizándole tanto para entrar a hablar de temas de candente actualidad -en esta ocasión el auge del feminismo y las campañas contra aquellas obras o artistas que siguen incurriendo abiertamente en actitudes machistas- como para ahondar más y mejor en las bases sobre las que construyó el caballo en el que acabó convirtiéndose.
En definitiva, ‘BoJack Horseman’ sigue evolucionando sin tener miedo a entrar en temas delicados y lo hace con una solvencia incuestionable, sabiendo manejar las emociones del espectador de forma asombrosa con un cóctel que fácilmente podría resultar indigesto.