“Es difícil pensar en un escritor más fundamentalmente exiliado, que lleva en su interior tantos mundos que chocan y se desvanecen en su interior».
El escritor británico de origen indio Vidiadhar Surajprasad Naipaul, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2001, murió el sábado en su domicilio de Londres a la edad de 85 años, según ha informó la cadena de televisión británica BBC.
Nacido en Trinidad y Tobago en 1932 en el seno de una familia procedente de la India, Naipaul comenzó a escribir en los años 50 y fue ganador de numerosos premios literarios a lo largo de su carrera, en la que destacan títulos como Una casa para el señor Biswas o Un recodo en el río. Publicó una treintena de títulos que abarcan la ficción, los ensayos y los relatos de viajes y siempre se consideró un escritor cosmopolita, sin raíces.
En 2001, Naipaul obtuvo el Premio Nobel de Literatura por «haber unido la percepción narrativa a un escrutinio incorruptible en obras que nos obligan a ver la presencia de historias ocultas». Con una mirada tierna y descreída, las obras de este escritor con pasaporte británico contienen una crítica al colonialismo, lo que ha generado a lo largo de su carrera opiniones encontradas en el Reino Unido. También trató el islam en obras como Entre creyentes y Al límite de la fe. En este último, concebido como un relato de viajes por cuatro países musulmanes no árabes, realiza una indagación en el fenómeno del islamismo y lo que supone abrazar el islam para los pueblos no árabes, que «tienen que repudiar todo lo que históricamente les pertenece». Conocido por su agrio carácter y su incorrección política, en 2011 protagonizó una sonada polémica al declarar que la literatura escrita por mujeres era, en general, peor que la escrita por hombres.
En varias ocasiones Naipaul reconoció que su vocación literaria no surgió de una necesidad real de escribir, sino del deseo de salir de la pobreza y adquirir fama. En Momentos literarios, Naipaul escribe: «En mi caso, la ambición de ser escritor fue durante muchos años una especie de farsa. Me encantó que me regalaran un tintero Waterman y cuadernos de rayas (con márgenes), pero no sentía deseos ni necesidad de escribir nada, y no escribía nada, ni siquiera cartas; no había a quien escribir. En el colegio no se me daban demasiado bien las redacciones en inglés, ni me inventaba historias para leerlas en casa”. En la misma obra, Naipaul declara: “Quería ser muy famoso. También quería ser escritor; quería ser famoso por escribir. La absurdidad de la ambición era que en aquella época no tenía ni idea sobre qué iba a escribir. La ambición llegó mucho antes que el material”.