En las últimas semanas, el trabajo de las parteras durante la emergencia sanitaria fue destacado mediáticamente. Sin embargo, la falta de interés del Estado en su oficio las deja en una situación precaria y periférica. Cientos esperan y demandan la institucionalización de su sector.
En 2013 Bolivia puso en funcionamiento un comité de registro para la titulación a nivel técnico superior de las profesionales parteras. Sin embargo, en la actualidad, el proceso está estancado, mientras ellas aguardan un reconocimiento oficial por parte del Estado.
“Tanto ha habido repercusiones por nosotras, las parteras, pero ni un barbijo nos han entregado. Como si no fuéramos parte de (el sector) Salud”, reclama Ana Choque, presidenta del Consejo Departamental de Parteras de La Paz, quien conserva y comparte un conocimiento acumulado en más de 40 años de experiencia en la atención de partos y la recepción de recién nacidos.
Hasta la fecha, 4,700 médicos tradicionales recibieron un reconocimiento oficial, pero tan solo 350 títulos pasaron a oficializar el trabajo de las parteras.
Ana tiene un inventario con 800 carpetas que ya fueron presentadas al Ministerio de Salud, solicitando su revisión para la entrega de títulos a nivel técnico superior. Estos papeles siguen en oficinas gubernamentales sin noticias de una posible respuesta.
El registro se realiza como un mecanismo de control al ejercicio de sus actividades, pero también para incluirlas en el sistema de salud público. Esa inclusión está lejos de hacerse realidad: aunque oficialmente existen ocho ítems para parteras, ninguno está en hospitales de tercer nivel.
Ana advierte no solo el retraso en trámites que benefician a su sector, sino una absoluta falta de interés por su trabajo y conocimientos desde el Estado.
La pandemia
Durante la crisis sanitaria, la labor y el conocimiento de las parteras bolivianas es una de las mejores alternativas ante la falta de servicios de salud para mujeres en gestación.
El foco de muchos medios, incluida nuestra revista, centró su atención en esta alternativa, que la ciudanía siempre usa y tiene a mano: la medicina tradicional.
Para las mujeres embarazadas las falencias del primer, segundo y tercer nivel de atención -en hospitales públicos, de seguridad social y privados- son conocidas y sufridas desde siempre, pero fueron profundizadas durante la cuarentena.
Por eso las atenciones con parteras se triplicaron, según nos cuentan Ana y sus colegas en esta nota.
Pero este incremento en la demanda de sus servicios, tiene encima las imposiciones de la pandemia y exige gastos extra para la protección las parteras y sus pacientes.
Ana nos explica, desde su propia experiencia, que pueden llegar a usar varios barbijos en una sola atención. Además, deben costear la contratación de taxis que cuentan con permisos de circulación.
Mediante varias comunicaciones con el ministerio de Salud, solicitaron la entrega de equipos de bioseguridad y facilidades para movilizarse en medio de las restricciones. Nunca obtuvieron respuesta.
Ana trabaja en el Servicio Departamental de Salud de La Paz, en una de las oficinas de la ciudad de El Alto. La experimentada partera puede moverse en los horarios que necesite, pero no precisamente gracias a una gestión ministerial.
Actos, promesas y mucho papeleo
Maritza Patzi, directora de la oficina de Medicina Tradicional del Ministerio del sector, asegura que, como ente fiscalizador de las parteras, se hacen cargo de talleres de capacitación y estudios en ginecología y obstetricia.
Pero, dado el contexto, durante los últimos meses, reconoce que no les han dotado de insumos de bioseguridad ni capacitaciones relacionadas a la COVID-19.
Sin embargo, las parteras no han dejado de brindar sus servicios, aun con todos los costos extra en insumos de bioseguridad y las dificultades para visitar las casas de sus pacientes.
La demanda de este sector de la medicina tradicional es la institucionalización de sus saberes.
Así surge la denuncia de cientos de carpetas no revisadas. Sin los títulos no hay matriculas y sin ellas, las parteras integradas a los sistemas de salud, con una remuneración mensual y segura por sus servicios profesionales, seguirán siendo solo ocho.
Patzi negó demora alguna en la revisión de estas carpetas.
“Como Ministerio queremos reconocer su labor, la sociedad las reconoce. Ocho de ellas ya tienen ítem de trabajo”, dijo en un acto público donde entregó un título en Medicina Tradicional, certificando la labor de una sola partera.
Según la ley 459 y tal como sucede en zonas periurbanas y rurales, las parteras asisten y cuidan a las mujeres antes, durante y después del parto, además de cuidar la vida de lxs recién nacidxs.
Su trabajo está reconocido en las leyes bolivianas y, para darles formalidad, se creó el Registro Único de la Medicina Tradicional Ancestral Boliviana (Rumetrab). Se establecieron establecieron una serie de requisitos:
• Certificado de Nacimiento
• Fotocopia de Carnet de Identidad
• Certificado de no contar con antecedentes penales en REJAP (para el área rural) y de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen.
• Una carta de la dirigencia vecinal, para áreas urbanas, o de la comunidad en el área rural que certifique su trabajo como parteras en una zona con un mínimo de cinco años en la zona
• Registro en la Asociación de Parteras
• Llenado de formulario de prestadores de Medicina Tradicional Ancestral Boliviana
• Edad mínima de 30 años
• Credencial original otorgada por su Organización, sólo para las del área rural
• Llenado de Formulario 1 de aprendizaje y experiencias
• Presentar certificados de cursos de formación y capacitación, seminarios, talleres y conferencias relacionadas con Medicina Tradicional Ancestral.
De todos los requisitos la carta es una de las más difíciles de conseguir, observa Ana.
En el área rural, las autoridades de las comunidades entregan con mayor facilidad la carta certificando la trayectoria de las parteras, pero en el área urbana eso se complica.
A finales de agosto, en un acto ministerial, donde decían promover la medicina tradicional, un médico naturista recibió su título técnico. En la misma ocasión reconocieron a una partera. Una entre 800 que aún esperan la revisión de sus carpetas.
El panorama para las parteras es todavía menos claro durante la gestión del Gobierno transitorio, el constante recambio en algunas direcciones y dependencias ministeriales: los nuevos responsables de estas oficinas no fueron los puentes ideales para darle continuidad a este tipo de proyectos.