Nombrada como la última poeta maldita latinoamericana, Alejandra Pizarnik es en la actualidad, una de las escritoras argentinas más influyentes de la literatura contemporánea.
Nació en Avellaneda-Argentina el 29 de abril de 1936 con el nombre de Flora Alexandra Pizarnik. Escribió incansablemente desde los 15 años convirtiéndose en una de las grandes voces de la generación del sesenta.
En 1960, con cuatro libros publicados, se trasladó a París donde trabajó para varias editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy. Años después retorna a Argentina y publica otras siete obras con poemas, escritos, relatos surrealistas y hasta novelas cortas.
Falleció el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, después de ingerir 50 pastillas de Seconal. En su pizarra, entre las anotaciones, tres versos: “No quiero ir / nada más / que hasta el fondo”.
Tras su muerte, su obra estuvo a punto de ser destruida por la familia Pizarnik, sus diarios y poemarios fueron rescatados y pasaron a ser regentados por sus amigos. Pese a ser de las autoras más destacadas, su imagen fue explotada a través de la tragedia y varios aspectos de su vida fueron ocultados e ignorados, tales como su orientación sexual y el fuerte erotismo de algunos escritos.
En el aniversario 84 de su nacimiento compartimos 5 poemas de Alejandra Pizarnik, la eterna enamorada del viento.
El Despertar
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis deliriosQué haré con el miedo
Qué haré con el miedoYa no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertosSeñor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangreEs el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nadaSeñor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igualPero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tardeSeñor
Arroja los féretros de mi sangreRecuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazónRecuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglosSeñor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzasSeñor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
La enamorada
ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvióenviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amadooyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste túte remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
Hija del viento
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
La última inocencia
Partir
en cuerpo y alma
partir.Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.He de partir
Pero arremete, ¡viajera!
El miedo
En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
Para conocer más de la vida de Alejandra Pizarnik puedes ver el documental biográfico que el canal argentino «Encuentro» realizó:
Biografía vía: cultura.gob.ar